Este es un individual que le regalé a una ex-compañera de trabajo, maestra como yo. Lo hice con mucho afecto, con el deseo de que la docencia vuelva a juntarnos algún día.
La tela del centro me la trajo mi hermana más chica (más joven, sería más correcto) cuando viajó a Nueva York hace unos tres años más o menos. No la había usado hasta ahora. Voy a hacer algunas cosas más para la cocina con ella, porque me gusta mucho como queda. Las otras son telas de sábana que compramos en Once (un barrio de Buenos Aires donde se concentran muchos locales que venden telas), que resultaron muy buenas y económicas. Esto es algo que me gusta mucho del patchwork: no importa de dónde provenga cada parte, el todo las integra con armonía. Es algo que debemos aprender, ¿no creen?
Hasta la próxima entrada. Cariños, Laura