En esta primera entrada quiero contarte que hace dos años me animé a dedicar un tiempo para hacer un curso que no tuviera que ver con mi trabajo de docente.
Había visto por televisión algo de patchwork que me gustó y busqué bastante hasta que encontré un lugar donde ir los sábados cada dos semanas a aprender. Fuimos con mi amiga Fabiana y nos sorprendimos con lo que se puede hacer con algo tan simple como retacitos de tela, hilo y aguja.
Creo que esto es lo más fascinante: invisibles puntadas dan vida a simples pero generosos trapitos que se revelan como complejas estructuras. Como la vida misma: con pequeños momentos, a veces más luminosos, otros más oscuros, el Amor va configurando nuestra existencia, mostrando nuestra grandeza.
Espero poder seguir compartiendo con ustedes las puntadas y los trapitos que Dios nos regala.
Laura
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